... La herida del pie se manifestaba casi como una traición, como maltratar lo incondicional y se volvía a repetir una escena de manera mecánica. Entonces aparecía esta inmensa suavidad que me llena, como si lo liviano y la debilidad fueran un sabroso almíbar, percibiendo todo como un ensueño de la naturaleza.
Me siento tan débil como una pluma fluyendo a través de la corriente del viento. Frágil, como flotando, me invade una sensación de entrega, de no luchar más; y así desvanecida, casi desmayada, voy sonámbula hacia donde me lleva la marea, sin contradecir y sin pelear.
... Un sensación de debilidad me llena...
Luego, me amo en este delicioso silencio interno que me ablanda como si no tuviera cuerpo, como siendo parte de un cosmos. Este exquisito silencio, es amor, aunque solo dure unos minutos.
Pero, que no me de cuenta...
Yanin
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